Muchas veces mis amigos me han preguntado: “Oye, ¿cómo le hago para que mi hijo empiece a leer?”
Y la verdad es que no creo en fórmulas mágicas. Porque para empezar, muchos de ellos no tienen ese hábito. Entonces… ¿cómo esperan que sus hijos sí lo tengan?
Imponer la lectura a un niño es como querer obligarlo a soñar:
simplemente no funciona.
Esa típica frase de:
“Siéntate
ahí y lee. Hasta que no termines el capítulo y vengas a
platicármelo, no sales a jugar”
—eso no construye amor
por los libros. Solo genera rechazo.
Yo crecí con un papá que, a pesar de no haber tenido mucha escuela, tenía el hábito de leer. Leía de todo: libros, periódicos, revistas… lo que cayera en sus manos. Leer era su forma de escapar, de respirar.
En el baño de mi casa había, literal, una pequeña biblioteca. Cajas con revistas, folletos, periódicos viejos. Y sí, ahí me sentaba a curiosear.
Nunca me dijeron: “Ponte a leer”.
Es más, creo que a mi
papá eso le valía un cacahuate. Al contrario: ¡se enojaba si
agarrabas el libro que él estaba leyendo!
—“¡No me agarres este libro! Me pierdes la página en la que voy” —decía.
Y ahí estaba yo, preguntándome:
¿Qué está leyendo mi
papá con tanto interés, que se desconecta del mundo?
¿Por
qué no quiere que lo toque?
Esa especie de prohibición,
lejos de alejarme, despertaba una enorme curiosidad.
Y creo que ahí está el secreto: los niños imitan lo que ven. Si tú lees con gusto, sin obligación, con placer... ellos querrán saber qué tiene ese libro que tanto te atrapa. Y un día, sin darte cuenta, van a estar leyendo también.
Bueno, eso es lo que pienso yo.
Pero me di a la tarea de investigar un poco y encontré algunos consejos que pueden ayudarte si quieres que tu hijo o hija se inicie en el mundo de la lectura, sin forzarlo.
🧠 Tips reales para fomentar la lectura en tus hijos (y de paso, en ti)
1. Haz de la lectura algo visible
Ten libros
a la vista. No importa si son novelas, cómics, recetas o revistas.
Lo que importa es que en casa se respire lectura.
2. Lee tú primero (aunque sea poco)
No
necesitas ser un lector empedernido, pero que te vean leer es más
poderoso que cualquier sermón. Un café, diez minutos y un libro en
las manos puede decir más que mil palabras.
3. Deja libros al alcance de los niños
No
escondas los libros “buenos”. Déjalos en su cuarto, en la sala,
incluso en el baño, como hacía mi papá. Que sean parte del paisaje
diario.
4. No critiques sus gustos
Si les gustan los
libros de dinosaurios, de princesas, de miedo, de fútbol o de
Minecraft, ¡perfecto! Lo importante es que estén leyendo, no que
lean lo que tú quieres.
5. Léele en voz alta sin hacer examen después
Leer
juntos puede ser un momento hermoso. No lo arruines preguntando “¿qué
entendiste?” como si fuera tarea. Mejor pregúntale: “¿te
gustó?” o “¿qué parte te dio risa?”
6. Visiten librerías o bibliotecas como si fueran
parques
Haz de esos lugares una aventura. Permíteles
explorar, hojear, tocar. A veces basta con una visita para que nazca
la chispa.
7. No todo es libro físico
Apps,
audiolibros, libros digitales… todo suma. Vivimos en un mundo
distinto, y la lectura también ha cambiado de forma.
Al final, más que imponerles que lean, se trata de contagiarles el gusto. Sembrar la curiosidad. Y tener paciencia, mucha paciencia.
Porque un niño que hoy lee, puede mañana convertirse en un adulto que encuentre en los libros un refugio, una herramienta, un consuelo… igual que lo hacía mi papá, allá en su biblioteca improvisada del baño.
Y eso, créeme, vale más que cualquier capítulo leído a la fuerza.
Lee también Cómo analizar un libro